Los linfomas son un tipo de enfermedades neoplásicas (tumorales) que afectan a los linfocitos, células que forman parte de nuestro sistema inmune. En general los linfomas son más frecuentes en los hombres, que en las mujeres y la mayoría de ellos se diagnostican más frecuentemente en la edad adulta, que en la infantil.

Los linfoma no Hodgkin se pueden clasificar según la velocidad de su crecimiento (su agresividad): Agresivos e Indolentes.

Los linfomas agresivos: Se desarrollan muy rápido, pero son más sensibles a los tratamientos y se pueden curar aproximadamente en tres cuartas partes de los casos.

Los Indolentes: son mucho más lentos, progresan más despacio, pero son menos curables de forma definitiva, aunque los pacientes pueden vivir muchos años prácticamente sin síntomas, debido a los nuevos tratamientos.

En la mayoría de los casos “no se sabe la causa de los linfomas”, “excepto bacterias como el Helicobacter pylori o algunos virus como el VIH, que juegan un papel relevante, aunque no único en el desarrollo de algunos linfomas”, por lo que “la prevención no existe” cuando hablamos de esté tipo de cáncer, aunque recuerda “que la vida sana es buena para todo, pues el sujeto sano va a tolerar mejor cualquier tratamiento”.

Siete de cada diez pacientes no conocen el linfoma hasta su diagnóstico

Por la afirmativa anterior cobra mucha importancia, que la toma de decisiones compartida requiere un intercambio de información entre el paciente y el profesional sanitario, con el objetivo de llegar a una decisión de consenso. La hematóloga considera que este procedimiento debería formar parte de las rutinas de trabajo e incluirse en los programas formativos de los profesionales sanitarios.